7 sept 2014

Risa

Hay un juguete con el que no has dejado de jugar desde que tienes poco más de dos años.
Muchos juguetes han pasado por tus manos, unos de breve uso y otros de más longeva vida.
Es un juguete muy simple y lo compré un día que quería enseñarte los nombres de los animales de la granja.
Te gustaba llevarlo a todos lados contigo, no me había percatado de su existencia e importancia hasta que un día no quisiste salir.
Te pregunté el porqué y me respondiste no encuentro al caballito que se ríe.
Pensé rápido en que juguete podía ser y recordé al caballito en mención y su peculiar expresión facial.
Lo busqué en los lugares dónde habías estado hasta que lo encontré en el piso, camuflado con el color del parqué.
Desde que comenzaste a hablar tuviste un lenguaje más desarrollado que los niños de tu edad. Me diste la característica más saltante del caballito y lo pude encontrar.
Tiempo después compramos más caballitos que se ríen, llegamos a tener 4. Uno perdió una oreja y el otro no sabemos dónde está. Nos quedan dos que de cuando en cuando usas y me recuerdan el tiempo cuando empezaste a hablar y eras una bebé.
También está la vaquita triste que no quiere bailar, las jirafas y las lagartijas multicolores que están guardados en el balde de los animales diminutos.

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